lunes, 5 de octubre de 2009

Que se jodan

Así de simple y directo, sin necesidad alguna de guardar las formas, porque ya he perdido la paciencia.

Hay personas que se dicen amigas mías y otras que lo son realmente, y creo sin lugar a dudas que "por sus frutos los conoceréis". Es por eso que una persona que realmente es mi amiga y me conoce:

a) Se mordería el labio hasta sangrarse antes de juzgarme como desesperado por tener novia, porque he sido capaz de renunciar a relaciones que no me aportaban nada, al contrario de lo que hace mucha gente, que es capaz de empatar una relación con otra por miedo a estar a solas consigo mismos/as, aunque para ello tengan que estar con personas a quienes no aman en absoluto.
b) Jamás me trataría como si estuviera desesperado por tener novia, porque me conoce lo suficiente como para dar por hecho, a partir de mis actos ya probados, que tengo la madurez, autonomía e independencia emocional suficientes y sobradas para cortar de forma tajante cualquier conato de relación, así como toda relación ya formada, que no me aporte lo que estoy buscando y merezco.
c) Me acepta tal y como soy, con mis aciertos y fallos.
d) Comparte su tiempo conmigo libre y voluntariamente, sin hacerme sentir que me está haciendo por ello un favor, pudiendo ambos realizar algunas actividades juntos cuando nuestros diferentes horarios de trabajo y personales nos lo permitan.
e) Sabe que podemos confiar el uno en el otro, pues la confianza es recíproca y se va consolidando a lo largo del tiempo a través de detalles y muestras de confianza en cantidad recíprocamente creciente.
f) Sabe que a partir de ahora mi tiempo va a ser solo para las personas que reúnan los requisitos arriba mencionados.

A las personas que sigan pensando que estoy desesperado por tener novia, les digo: ¡Que os jodan! Tal es vuestra ceguera e ignorancia, tales y tan grande son vuestros prejuicios y vuestra envidia de mí, que por más que os demuestre lo contrario, hasta el punto de renunciar a personas que sí me importaban y con quién sí podría haber sido feliz, como con Yaiza, o personas que no eran para mí, como Paula, para demostrar que no estaba desesperado por tener novia, vosotros/as seguís erre que erre con vuestra ignorancia y sin querer ver la realidad, sin querer conocerme de verdad...por eso os lo digo: ¡Que os jodan! Os expulso de mi vida, no me importáis ya lo más mínimo. No lo digo con rencor, sino con firmeza. Tengo una vida tan intensa e interesante que no me quedan energías para sentir ira o rencor, porque todas mis energías están canalizadas hacia un único objetivo: Estar d.p.m. conmigo mismo y ser de lo más feliz solo.

Y esa felicidad la compartiré con quienes me han demostrado realmente su amistad.

domingo, 23 de agosto de 2009

Ein neues Leben auf Fuerteventura.

Nachdem ich einen ruhigen Sommer gehabt habe, ich habe ein neues Ziel im Leben, sowohl in Arbeit, als auch in meinen privaten Leben.

Ich habe während dieser letzter Jahren mit vielen Frauen geirrtet, und sogar während dieses Sommer könnte ich noch einmal das bittere Aroma nach Fehlschlag schmecken, aber ich bereue es nicht, weil ich es wenigstens versucht habe, neue Leute treffen zu lernen, und noch einmal auf eine Liebe freuen zu können, obwohl diese 'Liebe' nur ein glaubhaftes Blendwerk war.

Ich habe gerade viele Angst vor der Änderung, aber ich wirklich weisse, dass es sicher am besten, dass mir ab diesem Moment geschehen könnte.

Ich werde allein leben, und ich muss neue Leute kennen lernen, weil ich auf Fuerteventura keine Leute kenne. Ich bin daran genug gewöhnt, allein zu leben, kochen, usw., weil ich seit diesen lezten dreien Jahren auf La Palma gewohnen habe, aber Fuerteventura ist mir fremd, und diese Insel ist ferner von Teneriffa als La Palma, so ich kann mehr meine Familie vermissen, als ich auf La Palma lebe.

Nur habe ich eine Sache jetzt im Kopf...wenige Theorien, mehr erleben...Auf Risiko davon, dass jemand mir häufiger als nie eine Abfuhr erteile, wenn ich mit Frauen viele versuche, meine Angst vor der Abfuhr zu bewältigen.

Arminda hat mir gelehrt, dass ich mich lohne, alles das Gute, dass ich dafür bereit bin, zu kämpfen.

Sie hat mir auch gelehrt, dass es viele anständige, ehrliche, zuverlässige Leute gibt, auf wen vertrauen kann. Vielen Dank, Arminda, und ich leide daran, dass wir endlich nicht Freunde sein können. Obwohl du mir danach gefragt hast, ob wir Freunde waren, wenn du mir gesagt hast, dass du für mich als ein Partner nicht interessiert warst, und ich habe dich die wahre Antwort gesagt: Ja, selbstverständlich, wir sind Freunde, warum nicht?

Aber seit jenem Dienstag, Arminda, wir haben uns nicht gesprochen, und ich leide mich darunter, dass es ist das Ende unserer Freundschaft, weil weder du noch ich dafür interessiert sind, diese Freundschaft zu bestärken.

lunes, 17 de agosto de 2009

“Érase una vez un tren”, por GUSTAVO EALSSÄR M.P.

Dedicado a Arminda

Diego era un joven prometedor. Terminó la carrera año por año y se licenció entre los 3 primeros en su promoción en julio, pero el fin de su carrera sería el comienzo de su pesadilla. El primer vagón del tren apareció resplandeciente cuando tuvo que poner fin a su primera y hasta entonces única y tormentosa relación tras tres años de vaivenes y desavenencias, de desencuentros por ambas partes.

El primer vagón era de color negro, apagado o mate, sólido, con una caldera potente que echaba fuertes vaharadas de humo, al estilo de las clásicas locomotoras.

Tuvo que afrontar un siguiente año de duelo plagado de sinsabores que solo eran compensados por el apoyo de los pocos amigos que aún le quedaban (¡Cuan oportuna es una crisis para abrir a uno los ojos y ver quiénes son los amigos de verdad!) y de un trabajo temporal como profesor particular, mientras que buscaba trabajo por todos lados, hasta debajo de las piedras, y veía que, una tras otra, todas las puertas se le cerraban, a veces suavemente, y otras veces con un estampido, en las narices.

Por cada puerta que se le iba cerrando en las narices, tanto en el trabajo como en el amor, un vagón, negro y lleno de indeseables pasajeros (pensamientos negativistas, creencias catastrofistas, etc.) se iba añadiendo al primer vagón, creando un tren inmenso, color negro mate, que cada vez iba cogiendo más y más velocidad.

Pero Diego no se daba por vencido. Consciente de sus defectos, aunque exigente consigo mismo hasta extremos insospechables, sacaba fuerzas de la flaqueza, y con entereza cogía el toro por los cuernos. Alguna lágrima derramada por el camino, y vuelta a empezar, se volvía a levantar y seguía luchando, ahora con renovadas fuerzas, mientras que los días pasaban. Los días se transformaban en semanas, las semanas en meses y los meses en años, mientras que parecía que nada cambiaba, y el tren, más largo que nunca, iba cogiendo más y más vagones, más y más pasajeros indeseables, más y más velocidad.
Pero de repente algo cambió…apareció una aguja que desvió parte de los vagones. Una decisión arriesgada le llevó a un trabajo mucho mejor que el que tenía, y éste trabajo a otro, y a otro, y, tímidamente al principio, y luego de forma más descarada, la vida le abría las puertas. Pero el tren llevaba tal cargamento y velocidad, que era muchas veces imposible darse cuenta a tiempo del cambio de aguja, de la desviación/decisión que debía tomar, y por cada error que cometía, llegaba a un nuevo andén donde se le añadía un nuevo vagón, con nuevos y desagradables pasajeros.: miedos, desesperación, etc.

Diego es un experto en aprender, siempre está aprendiendo cosas nuevas, y cuando el dolor es el maestro, se aprende más rápido, por lo cual aprendió rápido a reaccionar antes de cada cambio de aguja, de modo que fue conduciendo cada vez con más frecuencia al tren hacia andenes donde ir dejando cada uno de los vagones, y en cada parada la velocidad del tren iba disminuyendo más y más.

La vida le estaba dando a Diego una segunda oportunidad. Y al fin Diego se sentía en paz consigo mismo. Un día, por accidente, encontró una aguja especial, que le llevó a un andén de color rosa. En el cartel se podía leer.
ENHORABUENA. HAS LLEGADO AL ANDÉN DE LA “VISIÓN POSITIVA”. PASA POR TAQUILLA Y SE TE DARÁ UN REGALO.

Curioso y desconfiado, Diego se apea del tren y se acerca a la taquilla. Enseña su carné de identidad y se le entrega un paquete cilíndrico envuelto en un papel de regalo de color rosa. En su interior, hay un cilindro metálico de color bronce. Tiene una tapa de rosca. La abre. Dentro hay un pergamino muy antiguo. Lo saca, lo desenrolla y lo lee.


“A quien pueda interesar. Si estás aquí, significa que estás cansado de tu tren. Este es un mensaje de esperanza y a la vez un permiso de carga. Con este permiso, podrás cargar cuantos vagones de color rosa se te antoje. Pero antes tienes que ir eliminando uno a uno todos los vagones negros que tienes, salvo la locomotora. Cuando solo te quede la locomotora, enseña este pergamino en cualquier andén y ponte en contacto con el jefe para que te explique qué hacer con dicha locomotora”.


Y así, Diego se puso en marcha. Ahora tenía una misión: ir deshaciéndose de cada uno de los vagones, así como del pasaje que lleva. Aunque después de esa experiencia se equivocó alguna que otra vez y añadió unos pocos vagones más, su firme propósito y su voluntad, le permitieron deshacerse en menos de 2 años de los vagones restantes.
De nuevo en el andén donde recibió el pergamino, al que llegó por casualidad tras entregar el penúltimo vagón (podía enseñar el pergamino en cualquier andén), se bajó de la locomotora, pidiendo ver al jefe de la estación. Le encontró sonriente, con los brazos cruzados detrás del cuello.
- Te esperaba, Diego. Y me alegra que hayas venido tan pronto. Me ha conmovido tu tesón y perseverancia, tu férrea voluntad incluso bajo situaciones muy duras, te admiro porque, incluso en esas condiciones, tu locomotora ya no añadía tantos vagones como antes, e incluso aprendiste a deshacerte de ellos.
- Tengo un par de preguntas que hacerle - Pregunta Diego, educadamente a pesar de su agotamiento – En primer lugar, ¿quién es usted y de qué me conoce? ¿En segundo lugar, qué debo hacer con el vagón que resta?
- Sé que tienes muchas preguntas, pero tuya, es, también la única respuesta, respondió el jefe de máquinas con una sonrisa en la boca, de oreja a oreja, mientras ponía los pies sobre la mesa de su despacho. ¿Quién crees que soy?
- ¿El jefe de máquinas?
- Frío, frío
- ¿El dueño de la empresa?
- Bueno, ya te vas calentando un poquito.
- Bueno, me rindo…
- ¿Seguro que te rindes?
- Sí
- Lo dudo. ¿No quieres intentarlo de nuevo?
Iba a decir que no estaba para jueguecitos de este tipo y que ya había perdido tiempo más que suficiente, que quería la respuesta ya o se iría y ya buscaría cómo y dónde deshacerse del maldito vagón que le quedaba…
- Mala idea…
- ¿Qué idea? ¿A qué te refieres?
- No puedes deshacerte del vagón, no sin pagar un muy alto precio…
- ¿Cuál?
- Tu propia vida.
- ¿Por qué?
- Porque ese vagón es tu voluntad, y la caldera es tu corazón.
- Y entonces tú…
- Sí
- No puede ser.
- Soy tú. Al menos la parte de ti mismo con la que años atrás interrumpiste el contacto. Llámalo alma, espíritu, quintaesencia, etc. Pero soy tú. Y estoy muy orgulloso de que, pese a los múltiples obstáculos que has tenido, hayas aprendido a deshacerte de toda esa carga del pasado, de todos esos pasajeros indeseados: creencias limitantes , pensamientos distorsionados, miedos, ansiedades, etc. La vida no te lo ha puesto nada fácil, ambos lo sabemos. Cuanto más negativo es uno, más le dan la espalda los demás, más solo se ve, y más y más negativo se vuelve, reforzando el círculo vicioso hasta niveles altamente tóxicos e intolerables. Pero tu voluntad ha obrado el milagro y te ha puesto aquí, donde estás. Ah…y mira por la ventana…
- N-no, no puede ser, es imposible…
- Pues sí. Es posible. La fuerza de voluntad puede obrar todos los milagros que necesitas.

Ante sus ojos, el vagón se convirtió en un caballete, con un lienzo en blanco y un maletín abierto en el suelo, repleto de óleos, acuarelas, etc. Y una paleta de pintor.

- Y todo esto…¿para qué?
- Para comenzar, Diego. Te has caído y te has levantado. Tú mismo te añadiste gratuitamente cada uno de esos vagones, y por cada vagón que añadías, más probabilidad había de que añadieras otro, y otro, y otro, llevado por las lamentaciones, el victimismo, etc….parecía que no tenías salvación…
- Pero apareciste tú y me diste este pergamino…
- ¿Es que acaso pensabas que te iba a dejar ahogar en el agujero negro en que te ibas a meter de cabeza? Yo soy la muestra de que dentro de ti hay mucho más de lo que crees, aunque no lo veas ni seas capaz de valorarlo en su justa medida. Si lo hicieras, muchos de tus males actuales desaparecerían…sólo necesitabas un pequeño empujón, una pequeña esperanza, pero te lo merecías sobrada mente, este pequeño gesto mío es algo minúsculo en comparación con el esfuerzo titánico que has hecho.
- ¿Cómo cuáles, por ejemplo? , preguntó Diego curioso.
- ¿Cuáles qué…?
- Te preguntaba que cuáles de esos males actuales desaparecerían, porque lo pintas muy fácil…y quiero creerte, pero..

- Mantén tu pensamiento positivo, o volverá a aparecer el tren de negro, jajajaja. Cuando te dije lo de los males, me refería, por ejemplo a la asertividad, o mejor dicho, a la falta de ella; siendo consciente de tu verdadero potencial y de tu valía, no tolerarás situaciones que no te aporten nada positivo, ni abusos, engaños o mentiras, siendo capaz de ponerles freno de forma firme y elegante a la vez.
- Ya, pero…
- Sí, esto es solo una muestra, un comienzo. Cada día se te dará un lienzo en blanco nuevo y algo de material, y tienes la oportunidad de pintar tu vida, de dibujar lo que quieres que te suceda. Aquello que imagines, ocurrirá. Porque cada día es un lienzo en blanco.
- No me lo creo…
- Entiendo tus dudas, pero ponme a prueba…
- De acuerdo – dice Diego, mientras sale del despacho y luego baja los escalones. Va hacia donde está el lienzo. Ahora ya no está en ningún andén, sino en medio de un jardín inmenso, y en donde antes había un edificio de oficinas, hay un hermoso e inmenso castillo medieval bien conservado pese a los siglos…Diego se vuelve para atrás al llegar al lienzo y se queda boquiabierto al darse cuenta del cambio de escenario…pero se concentra en el lienzo. Algo, un ímpetu repentino y muy intenso le empuja a dibujar…y, aunque los trazos parecen sucederse sin orden ni concierto, al final el dibujo toma forma. Ve al “jefe de máquinas” acercarse y le enseña el lienzo. El “jefe de máquinas” se ríe a carcajadas, y contagia a Diego.


El dibujo del lienzo es un tren de color rosa, con miles de vagones, que, en su recorrido, dibuja diferentes letras, componiendo el siguiente mensaje…”Érase una vez un tren”.

lunes, 15 de junio de 2009

Sobre el rencor

He de admitir que si hay un defecto que ha limitado mis relaciones con los demás es que durante todos estos años he actuado como una persona rencorosa. No es fácil admitirlo ni me siento orgulloso de ello, como tampoco pretendo justificarlo cuando digo que otras personas que me han criticado de “rencoroso” o “vengativo” luego han actuado de un modo tanto o más rencoroso o vengativo que yo, en respuesta a un daño recibido de otras personas, o incluso de mí, siendo yo testigo de cómo esas personas luego enmascaraban su ánimo vengativo en forma de ejercicio de “derechos asertivos”, pero mal disimulando que en verdad era rencor puro y duro, solo que, como esas personas no se veían a sí mismas como rencorosas, tenían que creerse su mentira disimulando sus impulsos vengativos con más mentiras, porque se veían demasiado perfectos/as a sí mismos/as como para verse rencorosos/as, ignorando, de paso, otros defectos.

Sin pretender justificar mis faltas, nombro esas personas porque gracias a ellas estoy aquí, porque creo que admitir un problema es el primer y más importante paso para resolverlo, y porque creo que hay más personas igual que yo, aquejadas de tan importante mal, porque no es fácil padecerlo, supone un importante esfuerzo y desperdicio de energía mental, a la par que un sufrimiento mantenido en el tiempo. Y quizás otras personas que por casualidad o causalidad se encuentren con este blog, puedan sentirse identificadas con mi reflexión, e, incluso, que algo en estas palabras le ayude a encontrar algo de luz en su camino.


En primer lugar, hay que definir el problema:

¿QUÉ ES EL “RENCOR”?

rencor. (De rancor).
1. m. Resentimiento arraigado y tenaz.



Tal como dicta la Real Academia Española de la Lengua, es un “resentimiento” arraigado, es decir, permanente en el tiempo, y tenaz, que no cesa.

resentimiento.
1. m. Acción y efecto de resentirse.



resentirse.
1. prnl. Empezar a flaquear (‖ debilitarse).
2. prnl. Tener sentimiento, pesar o enojo por algo.
3. prnl. Sentir dolor o molestia en alguna parte del cuerpo, a causa de alguna enfermedad o dolencia pasada.



La segunda definición es la que más correctamente se ajusta al tema que hoy me ocupa: “tener sentimiento, pesar o enojo por algo”.

Entonces…¿qué significa RENCOR?, o, mejor dicho, ¿qué implica?

a) Implica una respuesta mantenida en el tiempo a un daño puntual o sostenido en el tiempo, previamente recibido o sufrido;
b) Implica memoria, porque hay que realizar un esfuerzo mental para seguir manteniendo las ganas de “tomarse la revancha” aun después de que uno/a ya se ha “enfriado” y piensa las cosas con más calma.
c) Implica frialdad, porque supone guardárselas a alguien que quizás vemos todos los días y que no sabe la que se viene encima, e incluso algo de hipocresía, o a veces mucha, dependiendo de los casos, porque “la venganza es un plato que se sirve bien frío”.
d) Implica paciencia, porque pueden transcurrir meses, años incluso, entre el daño recibido y el momento propicio para responder.
e) Implica perder mucho, muchísimo tiempo manteniendo abierta una herida que uno/a se niega a dejar que cicatrice de forma natural.
f) Implica hacerse un daño gratuito y absurdo, al meter el dedo en la llaga, y pretender mantener abierta una herida que debería cerrar por sí sola.
g) Implica perderse muchísimas experiencias positivas que la vida pone en nuestro camino y que literalmente uno no ve, o ignora, cegado en el empeño de “vengar” un daño recibido, tan ciego que uno no ve el daño que se está haciendo a sí mismo/a y que debería ser un daño EVITABLE, es decir, que, pretendiendo hacer pagar a otro/a por un daño que nos ha hecho, y que incluso pudo haber sido sin querer, uno se hace a sí mismo un daño gratuito e injustificado. Implica perderse muchos momentos únicos de felicidad, y muchísimas oportunidades de ser feliz.

Asimismo, cabría preguntarse…¿qué no implica el RENCOR?

a) No implica que la persona destino de nuestra “respuesta rencorosa” sepa la razón por la cual uno/a ha actuado de ese modo, al transcurrir tanto tiempo entre el daño y la respuesta, por lo que no relaciona causa con efecto, y es muy difícil que aprenda de ese modo que lo que nos ha hecho duele, que nos ha hecho daño.
b) Tampoco implica que esa persona pueda sentir comprensión hacia nosotros, así como culpa, arrepentimiento o vergüenza por lo que ha hecho; es más, dado que ha pasado tanto tiempo entre el daño que ha hecho, y el daño que ha recibido a su vez, incluso es posible que esa persona se desquite a su vez de nosotros, que se vengue del daño que le hemos hecho, iniciando una cadena creciente de daños que, de no pararse a tiempo, podría tomar trágicas consecuencias. Y si hay que pararla, es cuando se está comenzando a gestar, luego ya es muchísimo más complicado, porque uno mismo se ciega y cada una de las partes afectadas solo piensa en devolver el daño recibido.

Defiendo la asertividad como una opción saludable al rencor, una opción que lleva a decir a la otra persona: “Me has hecho daño”, “Lo que has hecho, me duele”, si no al momento, porque la ira puede hacer acto de presencia a través de las palabras, y podemos conseguir que hagamos hablando un daño mayor del que hemos recibido, sí, al menos, cuando uno se haya calmado. Yo no creo que la alternativa a ser rencoroso sea convertirse en una persona que se deja pisotear, manipular y lastimar por todo el mundo para evitar sacar su parte rencorosa. Creo en la firmeza de carácter, y, aunque sé que, cuando uno está ya enfriado cuesta mucho más hablar con la persona implicada del daño que nos ha hecho, sí que es mucho más efectivo que callar y sembrar en lo más profundo de nuestra consciencia una semilla más de rencor, que crecerá luego exponencialmente.



Ser asertivo cuesta esfuerzo y energías, supone un enorme trabajo personal adquirir esta habilidad social, si no se nace con ella, algo que es poco común, pero es necesaria, porque es la opción más efectiva y saludable al rencor, y porque reporta, junto con el perdón, la liberación de un lastre tan pesado como prescindible o inútil.

Para finalizar, y como resumen, hablando de forma “sanamente egoísta”, creo que, cuando se sufre un daño, y aunque suponga al principio el trabajo titánico de resistir el impulso de la venganza (luego, al convertirse en un hábito interiorizado, la tentación de la venganza se vuelve más suave y más fácil de resistir), es más conveniente y efectivo hablar con la persona implicada sobre el daño que nos ha causado, de forma asertiva y firme, pero abierto/a a aceptar las disculpas y perdonar, abierto/a, asimismo, a intentar ponerse en el lugar de la otra persona y comprender la razón que le/a llevó a tomar tal decisión, siempre consciente de que quizás esa otra persona que ha hecho un daño podría ser uno/a mismo/a y que merece la misma oportunidad que nosotros/as pediríamos si estuviéramos en su lugar.

miércoles, 10 de junio de 2009

En todo momento se abre ante nosotros una serie de decisiones, y opciones entre las que elegir, pero esas elecciones están dictadas, incluso casi programadas, por un sistema de creencias inconsciente, que, como los antivirus de los ordenadores, debe ser actualizado cada día, porque las creencias en el cerebro funcionan igual que un virus en el ordenador o un virus en un organismo vivo: buscan la perpetuación de su información (sean bytes o cadenas de nucleótidos) sea como sea, incluso a expensas de arruinar el funcionamiento del organismo o aparato que le sirve de soporte y de "fotocopiadora" de su material "informativo" (sean bytes, o bien cadenas, tanto lineales como apareadas, de ADN o ARN).

Estos datos abren toda una serie de dudas e ideas, pero una en especial me llama la atención...¿qué pasa cuando no se actualizan las propias creencias? Como respuesta a esa pregunta, invito a toda persona que lea este blog, a que lea un cuento muy interesante y que me abrió los ojos al respecto, de Jorge Bucay, en el libro "Déjame que te cuente", se llama "El elefante encadenado".

Además, en ese cuento, se responde a otra pregunta semejante a la anterior...¿Qué ocurre cuando se deja mucho tiempo sin revisar una creencia? Que se convierte en un dogma de fe, en una creencia que ha cristalizado y limita el marco de opciones que una persona "ve" a su alcance. Es decir, que la persona puede tener miles de millones de opciones, pero sólo verá aquellas que su creencia le permitirá ver. Interesante, ¿no? Ésto convierte la famosa frase "Creo, porque veo" en otra, que, aunque increíble, no es menos cierta "Veo, porque creo". Las creencias limitan el propio mapa de la realidad y la percepción de las propias opciones y recursos al alcance, y esas creencias son las que nos marcan las líneas que no debemos pasar, o bien las disimulan, ya que se traducen en la elaboración propia e interiorización de diferentes valores y normas, que son las que, en definitiva, nos llevan a tomar las decisiones que tomamos.

Son muchas, muchísimas, las líneas que nos marcamos, líneas que decidimos no cruzar, de forma consciente o inconsciente, unas nos liberan, otras nos limitan, unas amplían nuestras opciones, otras las reducen, al principio de forma suave, imperceptible, para que nuestros sentidos, siempre alerta, no detecten el peligro implícito, y luego de forma más y más evidente y descarada, conforme la creencia que sustenta se va "afirmando" o convirtiendo en una "profecía autocumplida".

En esta ocasión, quiero plantear, como quien piensa en voz alta, una pregunta, una pequeña reflexión. ¿Dónde termina la autosuperación y comienza la no aceptación de uno mismo? Ahora mismo me vienen a la mente algunos de mis defectos, que no son pocos, como tampoco mis virtudes, y pienso en uno, me concentro en uno de ellos. Pienso...¿qué hago? ¿Superarme a mí mismo y convertir ese "defecto" en una virtud? Si lo hago, una parte de mi ser, aunque no sea buena, o yo no la vea como buena en mi situación actual, porque solo me reporta resultados negativos, está desapareciendo; estoy renunciando a una parte de mí que no acepto, que me niego a aceptar. ¿Dónde está la delgada línea que separa la superación personal y la aceptación de uno mismo? O aún mejor, ¿Están ambas opciones a ambos lados de una línea, o es solo una percepción mía algo distorsionada? En teoría, deberían estar al mismo lado de la misma línea;es más, lo lógico sería que la autosuperación acabe conduciendo a la autoaceptación...entonces, ¿dónde está el problema? Está en una sencilla pregunta…¿Por qué/quién estoy haciendo…? Si la persona por la que lo estoy haciendo soy yo, o para conseguir algún fin que redunde, directa o indirectamente en mi bienestar, estamos hablando de autosuperación. Pero cuando, haciendo un esfuerzo sincero, desvelamos las bellas máscaras con que cubrimos nuestras decisiones, revelando las verdaderas intenciones que las motivaban, vemos que aquello que hacemos no está enfocado en nosotros, sino en gustar a otra persona, aunque el precio a pagar sea anular o hacer desaparecer una parte de nuestro ser…la respuesta es clara: no solo nos estamos engañando (que no es poco) sino que nos hemos traicionado a nosotros mismos, y, sobre todo, nos revela que hay un problema de autoaceptación, por ende, de autoestima.

Una muy delgada línea

En todo momento se abre ante nosotros una serie de decisiones, y opciones entre las que elegir, pero esas elecciones están dictadas, incluso casi programadas, por un sistema de creencias inconsciente, que, como los antivirus de los ordenadores, debe ser actualizado cada día, porque las creencias en el cerebro funcionan igual que un virus en el ordenador o un virus en un organismo vivo: buscan la perpetuación de su información (sean bytes o cadenas de nucleótidos) sea como sea, incluso a expensas de arruinar el funcionamiento del organismo o aparato que le sirve de soporte y de "fotocopiadora" de su material "informativo" (sean bytes, o bien cadenas, tanto lineales como apareadas, de ADN o ARN).

Estos datos abren toda una serie de dudas e ideas, pero una en especial me llama la atención...¿qué pasa cuando no se actualizan las propias creencias? Como respuesta a esa pregunta, invito a toda persona que lea este blog, a que lea un cuento muy interesante y que me abrió los ojos al respecto, de Jorge Bucay, en el libro "Déjame que te cuente", se llama "El elefante encadenado".

Además, en ese cuento, se responde a otra pregunta semejante a la anterior...¿Qué ocurre cuando se deja mucho tiempo sin revisar una creencia? Que se convierte en un dogma de fe, en una creencia que ha cristalizado y limita el marco de opciones que una persona "ve" a su alcance. Es decir, que la persona puede tener miles de millones de opciones, pero sólo verá aquellas que su creencia le permitirá ver. Interesante, ¿no? Ésto convierte la famosa frase "Creo, porque veo" en otra, que, aunque increíble, no es menos cierta "Veo, porque creo". Las creencias limitan el propio mapa de la realidad y la percepción de las propias opciones y recursos al alcance, y esas creencias son las que nos marcan las líneas que no debemos pasar, o bien las disimulan, ya que se traducen en la elaboración propia e interiorización de diferentes valores y normas, que son las que, en definitiva, nos llevan a tomar las decisiones que tomamos.

Son muchas, muchísimas, las líneas que nos marcamos, líneas que decidimos no cruzar, de forma consciente o inconsciente, unas nos liberan, otras nos limitan, unas amplían nuestras opciones, otras las reducen, al principio de forma suave, imperceptible, para que nuestros sentidos, siempre alerta, no detecten el peligro implícito, y luego de forma más y más evidente y descarada, conforme la creencia que sustenta se va "afirmando" o convirtiendo en una "profecía autocumplida".

En esta ocasión, quiero plantear, como quien piensa en voz alta, una pregunta, una pequeña reflexión. ¿Dónde termina la autosuperación y comienza la no aceptación de uno mismo? Ahora mismo me vienen a la mente algunos de mis defectos, que no son pocos, como tampoco mis virtudes, y pienso en uno, me concentro en uno de ellos. Pienso...¿qué hago? ¿Superarme a mí mismo y convertir ese "defecto" en una virtud? Si lo hago, una parte de mi ser, aunque no sea buena, o yo no la vea como buena en mi situación actual, porque solo me reporta resultados negativos, está desapareciendo; estoy renunciando a una parte de mí que no acepto, que me niego a aceptar. ¿Dónde está la delgada línea que separa la superación personal y la aceptación de uno mismo? O aún mejor, ¿Están ambas opciones a ambos lados de una línea, o es solo una percepción mía algo distorsionada? En teoría, deberían estar al mismo lado de la misma línea;es más, lo lógico sería que la autosuperación acabe conduciendo a la autoaceptación...entonces, ¿dónde está el problema? Está en una sencilla pregunta…¿Por qué/quién estoy haciendo…? Si la persona por la que lo estoy haciendo soy yo, o para conseguir algún fin que redunde, directa o indirectamente en mi bienestar, estamos hablando de autosuperación. Pero cuando, haciendo un esfuerzo sincero, desvelamos las bellas máscaras con que cubrimos nuestras decisiones, revelando las verdaderas intenciones que las motivaban, vemos que aquello que hacemos no está enfocado en nosotros, sino en gustar a otra persona, aunque el precio a pagar sea anular o hacer desaparecer una parte de nuestro ser…la respuesta es clara: no solo nos estamos engañando (que no es poco) sino que nos hemos traicionado a nosotros mismos, y, sobre todo, nos revela que hay un problema de autoaceptación, por ende, de autoestima.

domingo, 26 de abril de 2009

Interiorización

Interiorizar algo, un concepto, una idea, un aprendizaje, no es fácil. Hay muchas cosas que sabemos a nivel consciente, y, sin embargo, al no haberlas interiorizado, no han cambiado nuestra conducta. Por ejemplo, con el tabaco. La mayoría de los/as fumadores/as saben qué daños provoca el tabaco, tanto sobre ellos mismos como sobre todos/as los/as que están a su alrededor, y, sin embargo, siguen fumando...¿por qué? Pues por diversas razones que en el fondo apuntan al mismo hecho: no han interiorizado la gravedad de los daños que provoca el tabaco.

Todo aprendizaje pasa forzosamente por 4 pasos:

a) Incompetencia inconsciente = "No sé ni lo que no sé". En este paso, de duración variable, no se es consciente de que no se posee un determinado concepto o habilidad. Aquí la humildad juega un papel preponderante, puesto que sólo siendo humilde y reconociendo uno lo que no sabe, se puede aprender; por otro lado, el orgullo, y el ego son verdaderos enemigos del aprendizaje, y pueden hacer que esta fase se alargue mucho más de lo deseable y necesario.
b) Incompetencia consciente = "Ahora sé lo que no sé". En esta fase, se reconoce al fin que no se posee la habilidad/destreza/competencia, o no se sabe el concepto teórico. Este punto marca el inicio de un cambio, motivado por la necesidad de saber y aprender.
c) Competencia consciente = "Ahora sé lo que sé". En esta fase, a base de disciplina y de esfuerzo, se consigue adquirir la habilidad deseada o aprender el concepto que se desconocía. Muchos se conforman con esto y se estancan en este paso, pero si se sigue empeñado en reforzar esa habilidad, llega el momento en que ésta se automatiza, que pasa a estar bajo control del subconsciente y entonces, llegamos al siguiente y último paso...
d) Competencia Inconsciente = "No sé cuánto sé" En esta fase, la habilidad se ha convertido en una destreza automatizada que no necesita de nuestra atención consciente para ser realizada, sino que la hacemos incluso de forma refleja. Este ejemplo se ve muy bien ilustrado con las artes marciales, ya que, a base de aprender una técnica y repetirla varias veces, llega el momento en que, frente a un contrincante real o en un combate de entrenamiento, todas esas habilidades aprendidas fluyen por sí solas sin estar siquiera memorizándolas ni poniendo atención en ellas, sino como un acto reflejo.

Asimismo, cuando se aprende a conducir por primera vez un coche, se pasa igualmente por estas cuatro fases: primero, parece que es muy fácil conducir, e incluso nos confiamos un poco, pero enseguida nos damos cuenta de que esto va a requerir un poco más de atención y concentración. Luego se van dominando varias habilidades por separado (poner el cinturón, ajustarlo, ajustar los espejos, poner la llave en el contacto, poner el pie en el embrague, arrancar...) y, a base de repetir, podemos empezar a coordinar varias de ellas. Por último, y gracias a la práctica, llegamos al punto en que todas esas habilidades, al estar interiorizadas, se realizan de forma automática, sin tener que pensar en cada una de ellas.

La interiorización supone el último y más sublime de los pasos antes descritos, donde el aprendizaje pasa a ser algo más que una nueva conexión neuronal o combinación sináptica porque se funde con el organismo que aprende, y lo induce a cambiar su conducta, y su visión de la realidad. En ese momento, el nuevo conocimiento pasa a enriquecer al organismo que lo ha aprendido, o bien a envenenarlo, depende de qué habilidad o qué conocimiento ha interiorizado.

Si bien la asunción de la propia ignorancia sobre un concepto, o que no se posee una cierta capacidad o habilidad/destreza/competencia, puede suponer un desafío a la inteligencia y al propio ego, que sólo la paciencia, la disciplina y el esfuerzo pueden ayudar a superar, para adquirir todo aquél concepto o aquella habilidad de que se carece, lo cierto es que la interiorización supone un reto aún mayor, porque, una vez adquirida dicha habilidad o aprendido el concepto, el orgullo y el ego se ven reforzados y hacen todo lo posible por ponerlo difícil, por presentar batalla y generar una cierta resistencia, que puede ser mayor o menor según los casos, que impide o dificulta muchísimo la interiorización, porque parte del precepto de que ya se posee la habilidad...y claro..."si ya se posee la habilidad, ¿para qué perfeccionarla", y la razón es muy sencilla, toda habilidad que quede bajo control del subconsciente, se realiza de forma automática y se libera memoria de corto plazo, que puede ser utilizada para otros aprendizajes.