lunes, 15 de junio de 2009

Sobre el rencor

He de admitir que si hay un defecto que ha limitado mis relaciones con los demás es que durante todos estos años he actuado como una persona rencorosa. No es fácil admitirlo ni me siento orgulloso de ello, como tampoco pretendo justificarlo cuando digo que otras personas que me han criticado de “rencoroso” o “vengativo” luego han actuado de un modo tanto o más rencoroso o vengativo que yo, en respuesta a un daño recibido de otras personas, o incluso de mí, siendo yo testigo de cómo esas personas luego enmascaraban su ánimo vengativo en forma de ejercicio de “derechos asertivos”, pero mal disimulando que en verdad era rencor puro y duro, solo que, como esas personas no se veían a sí mismas como rencorosas, tenían que creerse su mentira disimulando sus impulsos vengativos con más mentiras, porque se veían demasiado perfectos/as a sí mismos/as como para verse rencorosos/as, ignorando, de paso, otros defectos.

Sin pretender justificar mis faltas, nombro esas personas porque gracias a ellas estoy aquí, porque creo que admitir un problema es el primer y más importante paso para resolverlo, y porque creo que hay más personas igual que yo, aquejadas de tan importante mal, porque no es fácil padecerlo, supone un importante esfuerzo y desperdicio de energía mental, a la par que un sufrimiento mantenido en el tiempo. Y quizás otras personas que por casualidad o causalidad se encuentren con este blog, puedan sentirse identificadas con mi reflexión, e, incluso, que algo en estas palabras le ayude a encontrar algo de luz en su camino.


En primer lugar, hay que definir el problema:

¿QUÉ ES EL “RENCOR”?

rencor. (De rancor).
1. m. Resentimiento arraigado y tenaz.



Tal como dicta la Real Academia Española de la Lengua, es un “resentimiento” arraigado, es decir, permanente en el tiempo, y tenaz, que no cesa.

resentimiento.
1. m. Acción y efecto de resentirse.



resentirse.
1. prnl. Empezar a flaquear (‖ debilitarse).
2. prnl. Tener sentimiento, pesar o enojo por algo.
3. prnl. Sentir dolor o molestia en alguna parte del cuerpo, a causa de alguna enfermedad o dolencia pasada.



La segunda definición es la que más correctamente se ajusta al tema que hoy me ocupa: “tener sentimiento, pesar o enojo por algo”.

Entonces…¿qué significa RENCOR?, o, mejor dicho, ¿qué implica?

a) Implica una respuesta mantenida en el tiempo a un daño puntual o sostenido en el tiempo, previamente recibido o sufrido;
b) Implica memoria, porque hay que realizar un esfuerzo mental para seguir manteniendo las ganas de “tomarse la revancha” aun después de que uno/a ya se ha “enfriado” y piensa las cosas con más calma.
c) Implica frialdad, porque supone guardárselas a alguien que quizás vemos todos los días y que no sabe la que se viene encima, e incluso algo de hipocresía, o a veces mucha, dependiendo de los casos, porque “la venganza es un plato que se sirve bien frío”.
d) Implica paciencia, porque pueden transcurrir meses, años incluso, entre el daño recibido y el momento propicio para responder.
e) Implica perder mucho, muchísimo tiempo manteniendo abierta una herida que uno/a se niega a dejar que cicatrice de forma natural.
f) Implica hacerse un daño gratuito y absurdo, al meter el dedo en la llaga, y pretender mantener abierta una herida que debería cerrar por sí sola.
g) Implica perderse muchísimas experiencias positivas que la vida pone en nuestro camino y que literalmente uno no ve, o ignora, cegado en el empeño de “vengar” un daño recibido, tan ciego que uno no ve el daño que se está haciendo a sí mismo/a y que debería ser un daño EVITABLE, es decir, que, pretendiendo hacer pagar a otro/a por un daño que nos ha hecho, y que incluso pudo haber sido sin querer, uno se hace a sí mismo un daño gratuito e injustificado. Implica perderse muchos momentos únicos de felicidad, y muchísimas oportunidades de ser feliz.

Asimismo, cabría preguntarse…¿qué no implica el RENCOR?

a) No implica que la persona destino de nuestra “respuesta rencorosa” sepa la razón por la cual uno/a ha actuado de ese modo, al transcurrir tanto tiempo entre el daño y la respuesta, por lo que no relaciona causa con efecto, y es muy difícil que aprenda de ese modo que lo que nos ha hecho duele, que nos ha hecho daño.
b) Tampoco implica que esa persona pueda sentir comprensión hacia nosotros, así como culpa, arrepentimiento o vergüenza por lo que ha hecho; es más, dado que ha pasado tanto tiempo entre el daño que ha hecho, y el daño que ha recibido a su vez, incluso es posible que esa persona se desquite a su vez de nosotros, que se vengue del daño que le hemos hecho, iniciando una cadena creciente de daños que, de no pararse a tiempo, podría tomar trágicas consecuencias. Y si hay que pararla, es cuando se está comenzando a gestar, luego ya es muchísimo más complicado, porque uno mismo se ciega y cada una de las partes afectadas solo piensa en devolver el daño recibido.

Defiendo la asertividad como una opción saludable al rencor, una opción que lleva a decir a la otra persona: “Me has hecho daño”, “Lo que has hecho, me duele”, si no al momento, porque la ira puede hacer acto de presencia a través de las palabras, y podemos conseguir que hagamos hablando un daño mayor del que hemos recibido, sí, al menos, cuando uno se haya calmado. Yo no creo que la alternativa a ser rencoroso sea convertirse en una persona que se deja pisotear, manipular y lastimar por todo el mundo para evitar sacar su parte rencorosa. Creo en la firmeza de carácter, y, aunque sé que, cuando uno está ya enfriado cuesta mucho más hablar con la persona implicada del daño que nos ha hecho, sí que es mucho más efectivo que callar y sembrar en lo más profundo de nuestra consciencia una semilla más de rencor, que crecerá luego exponencialmente.



Ser asertivo cuesta esfuerzo y energías, supone un enorme trabajo personal adquirir esta habilidad social, si no se nace con ella, algo que es poco común, pero es necesaria, porque es la opción más efectiva y saludable al rencor, y porque reporta, junto con el perdón, la liberación de un lastre tan pesado como prescindible o inútil.

Para finalizar, y como resumen, hablando de forma “sanamente egoísta”, creo que, cuando se sufre un daño, y aunque suponga al principio el trabajo titánico de resistir el impulso de la venganza (luego, al convertirse en un hábito interiorizado, la tentación de la venganza se vuelve más suave y más fácil de resistir), es más conveniente y efectivo hablar con la persona implicada sobre el daño que nos ha causado, de forma asertiva y firme, pero abierto/a a aceptar las disculpas y perdonar, abierto/a, asimismo, a intentar ponerse en el lugar de la otra persona y comprender la razón que le/a llevó a tomar tal decisión, siempre consciente de que quizás esa otra persona que ha hecho un daño podría ser uno/a mismo/a y que merece la misma oportunidad que nosotros/as pediríamos si estuviéramos en su lugar.