domingo, 26 de abril de 2009

Interiorización

Interiorizar algo, un concepto, una idea, un aprendizaje, no es fácil. Hay muchas cosas que sabemos a nivel consciente, y, sin embargo, al no haberlas interiorizado, no han cambiado nuestra conducta. Por ejemplo, con el tabaco. La mayoría de los/as fumadores/as saben qué daños provoca el tabaco, tanto sobre ellos mismos como sobre todos/as los/as que están a su alrededor, y, sin embargo, siguen fumando...¿por qué? Pues por diversas razones que en el fondo apuntan al mismo hecho: no han interiorizado la gravedad de los daños que provoca el tabaco.

Todo aprendizaje pasa forzosamente por 4 pasos:

a) Incompetencia inconsciente = "No sé ni lo que no sé". En este paso, de duración variable, no se es consciente de que no se posee un determinado concepto o habilidad. Aquí la humildad juega un papel preponderante, puesto que sólo siendo humilde y reconociendo uno lo que no sabe, se puede aprender; por otro lado, el orgullo, y el ego son verdaderos enemigos del aprendizaje, y pueden hacer que esta fase se alargue mucho más de lo deseable y necesario.
b) Incompetencia consciente = "Ahora sé lo que no sé". En esta fase, se reconoce al fin que no se posee la habilidad/destreza/competencia, o no se sabe el concepto teórico. Este punto marca el inicio de un cambio, motivado por la necesidad de saber y aprender.
c) Competencia consciente = "Ahora sé lo que sé". En esta fase, a base de disciplina y de esfuerzo, se consigue adquirir la habilidad deseada o aprender el concepto que se desconocía. Muchos se conforman con esto y se estancan en este paso, pero si se sigue empeñado en reforzar esa habilidad, llega el momento en que ésta se automatiza, que pasa a estar bajo control del subconsciente y entonces, llegamos al siguiente y último paso...
d) Competencia Inconsciente = "No sé cuánto sé" En esta fase, la habilidad se ha convertido en una destreza automatizada que no necesita de nuestra atención consciente para ser realizada, sino que la hacemos incluso de forma refleja. Este ejemplo se ve muy bien ilustrado con las artes marciales, ya que, a base de aprender una técnica y repetirla varias veces, llega el momento en que, frente a un contrincante real o en un combate de entrenamiento, todas esas habilidades aprendidas fluyen por sí solas sin estar siquiera memorizándolas ni poniendo atención en ellas, sino como un acto reflejo.

Asimismo, cuando se aprende a conducir por primera vez un coche, se pasa igualmente por estas cuatro fases: primero, parece que es muy fácil conducir, e incluso nos confiamos un poco, pero enseguida nos damos cuenta de que esto va a requerir un poco más de atención y concentración. Luego se van dominando varias habilidades por separado (poner el cinturón, ajustarlo, ajustar los espejos, poner la llave en el contacto, poner el pie en el embrague, arrancar...) y, a base de repetir, podemos empezar a coordinar varias de ellas. Por último, y gracias a la práctica, llegamos al punto en que todas esas habilidades, al estar interiorizadas, se realizan de forma automática, sin tener que pensar en cada una de ellas.

La interiorización supone el último y más sublime de los pasos antes descritos, donde el aprendizaje pasa a ser algo más que una nueva conexión neuronal o combinación sináptica porque se funde con el organismo que aprende, y lo induce a cambiar su conducta, y su visión de la realidad. En ese momento, el nuevo conocimiento pasa a enriquecer al organismo que lo ha aprendido, o bien a envenenarlo, depende de qué habilidad o qué conocimiento ha interiorizado.

Si bien la asunción de la propia ignorancia sobre un concepto, o que no se posee una cierta capacidad o habilidad/destreza/competencia, puede suponer un desafío a la inteligencia y al propio ego, que sólo la paciencia, la disciplina y el esfuerzo pueden ayudar a superar, para adquirir todo aquél concepto o aquella habilidad de que se carece, lo cierto es que la interiorización supone un reto aún mayor, porque, una vez adquirida dicha habilidad o aprendido el concepto, el orgullo y el ego se ven reforzados y hacen todo lo posible por ponerlo difícil, por presentar batalla y generar una cierta resistencia, que puede ser mayor o menor según los casos, que impide o dificulta muchísimo la interiorización, porque parte del precepto de que ya se posee la habilidad...y claro..."si ya se posee la habilidad, ¿para qué perfeccionarla", y la razón es muy sencilla, toda habilidad que quede bajo control del subconsciente, se realiza de forma automática y se libera memoria de corto plazo, que puede ser utilizada para otros aprendizajes.