miércoles, 7 de febrero de 2018

Y tú, ¿prefieres la caña o la canasta?

Pedro, Manuel e Iván eran muy buenos amigos a pesar de sus diferencias, ya que Iván era muy rico, Manuel era un as de la pesca y Pedro el pobre, ni rico ni especialmente dotado, compartía con sus amigos el amor por la pesca y sobre todo degustar los mejores pescados. Como Manuel era muy hábil con la caña, tanto Pedro como Iván le pidieron que les ayudaran y les enseñaran a pescar, a lo que Manuel accedió encantado de compartir con sus amigos un hobby tan apasionante. Pero Iván, que a a pesar del sentimiento de amistad que tenía por Manuel, creía que era muy fino para estar haciendo el tonto encima de una barcaza, sobre todo el día que se cayó al agua al intentar sujetar un pez con la caña para no perderlo. Pensó:¡Alguien de mi alcurnia no debe perder el tiempo con estas tonterías, ya mando a mi mayordomo a que pesque y nos traiga una canasta a cada uno! Pedro estaba indeciso, porque quería aprender a pescar, pero por otro lado la comodidad de disponer de pescado sin mover un dedo le atraía mucho. Al final, y como Manuel no estaba de acuerdo, él seguía pescando sus peces con su caña y su barcaza, y ofreció muchas veces a Iván enseñarle a pescar, y también a Pedro, pero éste se había acomodado y quedaba con Iván, dejando de lado a Manuel, y de vez en cuando obsequiaba a Iván con lo poco que podía comprar con su mísero sueldo, apenas quedaban ya con Pedro. El fraude piramidal de Forum Filatélico dejó a Iván en la ruina, Pedro seguía con su triste existencia y ya, previendo que iba a necesitar a Manuel, quiso llamarle para quedar, pero nadie contestaba. Decidido a pedir disculpas por lo interesado que había sido, Pedro se acercó a donde solían pescar juntos, y vio a Manuel con nuevos amigos, pasándoselo bien y quiso llamar su atención, pero Manuel estaba demasiado entretenido y alegre como para hacerle caso. Pedro tuvo que esperar a que anocheciera y atracaran en el puerto para poder hablar con Manuel y le salió al paso cuando éste se dirigía a su coche para regresar a casa con un par de amigos.  ¿Puedo hablar contigo? - Preguntó Pedro. Depende, tengo prisa. ¡Ya veo, bueno, me alegro que hayas encontrado buenos amigos! No es tan difícil, Pedro, pero bueno, ¿qué tal todo? Sigo tirando, y no sé si sabes lo que le pasó a Iván...bueno, no sé si sigues hablando con él. Más bien es él quien dejó de tratar conmigo y no sé por qué, no os hice nada a ninguno Ya, bueno, me dejé llevar por él.. No, Pedro, no es su culpa. Yo te ofrecí la caña, la oportunidad de crecer, de aprender a ser independiente, de superarte, y tu preferiste la canasta de pescado que te ofreció Iván, la comodidad de no tener que hacer nada ni esforzarte, fue lo único que viste, lo único que fuiste capaz de agradecer, no el tiempo que dediqué a enseñarte solo por que si, por amistad. No le eches la culpa a Iván de ofrecerte la canasta, asume tu culpa por aceptarla y conformarte. Ahora déjame, prefiero dedicar mi tiempo a quienes saben aprovechar el tiempo y valoran lo que hago por ellos, no tengo tiempo para personas que ni se esfuerzan ni agradecen nada. Hay muchos alumnos que prefieren al profesorado que les regala los aprobados, aquellos en cuya asignatura no hacen nada y por tanto no aprenden nada antes que a quienes sacan tiempo hasta de donde no tienen, sacan tiempo hasta de estar con sus hijos, para darles una segunda oportunidad y hacerles una recuperación extra, pero el alumnado de ese tipo, que sí agradece que le regalen todo, cuando eso no requiere esfuerzo ninguno fuera del horario del centro, y no agradece en absoluto al profesor o a la profesora que ha dejado de dormir para hacer un examen de recuperación extra que no tenía ni que haber hecho porque ese alumno ya había agotado todas las recuperaciones. Esta es la mejor forma de conseguir que un profesor no regale ni un segundo extra de su trabajo a los ingratos y se limite a hacer lo justo y estrictamente necesario, porque haga lo que haga, siempre van a valorar lo que les regale el otro. Y quien lo quiera coger, que lo coja...