lunes, 13 de diciembre de 2010

Te acepto si y solo si o cuando...

a) hagas lo que te pido que hagas sin pensártelo dos veces, aunque hacerlo dañe tu autoestima y autorrespeto, bien de forma directa o bien subrepticia y enmascarada.
b) aceptes que mis pocas o muchas virtudes son mucho mejores que todo lo que tú tienes y consideras como virtud, capacidad, habilidad y/o talento, que lo que yo tengo es mucho mejor que lo qué tú tienes, y que eres nadie, que eres "una caca" a mi lado.
c) aceptes que tus defectos son mucho peores y más graves que los míos.
d) aceptes que soy mejor persona, mejor todo que tú, más inteligente, más culto/a, más cariñoso/a, etc., y que solo existes para rendirme culto y apoyarme cuando te necesito, pero sin esperar que yo esté cuando me necesitas, ni echármelo en cara siquiera cuando consideres que te "he fallado", porque me harás enfadar actuando como un rencoroso, Gustavo.

Me he topado con personas así en mi vida, personas sin escrúpulos, ruines, mezquinas y egocéntricas. Y con mucha paciencia, tesón, sufrimiento, sabiduría y comprensión he aprendido las lecciones que la vida me había puesto en mi camino en forma de estas personas. Por eso, y para cerrar el círculo definitivamente, solo les digo: ¡ Gracias!

¿Por qué gracias?

- Porque solo cuando he sentido que me aceptaban con condiciones, he aprendido que la amistad y el amor auténticos son sentimientos que se basan en la aceptación incondicional de la otra persona.
- Porque solo cuando he sentido que buscaban mi amistad por interés he aprendido que tanto la amistad como el amor, cuando son auténticos, son desinteresados y buscan solo la felicidad de la otra persona sin esperar nada a cambio.
- Porque solo cuando me he sentido manipulado, forzado y mangoneado, he aprendido que el mejor amigo de mí mismo siempre seré yo, y que por eso debo ofrecer un fuerte ¡NO! como respuesta a quien/es, en nombre de la amistad, intenten hacerme chantaje emocional, coaccionarme, y forzarme a hacer algo que va contra mis propios principios, valores y dignidad como persona. Porque la amistad se basa en la libertad, el respeto, la tolerancia y la aceptación incondicional del otro, con sus virtudes y defectos.
- Porque solo cuando he estado a punto de desmoronarme y caer en la dependencia emocional, o perderme a mí mismo, me he dado cuenta de mi valía personal y de que no tengo necesidad de nadie que sepa "verme" salvo yo mismo. Aprendí que, mientras yo sepa verme a mí mismo, el resto del mundo también sabrá hacerlo también.Y para eso tengo que quitarme el lastre del miedo al rechazo, porque nadie puede rechazarme si yo no se lo permito, todo lo más me podrá decir que NO, pero nunca rechazarme, porque la etiqueta "rechazo" la pone uno mismo.
- Porque aprendí, cuando he estado a punto de quedarme sin un ápice de autoestima, que esas personas se sienten amenazadas por mi autoestima, mi brillo personal, mi luz y mi brillante personalidad, ya que tanto mi autoestima como mi personalidad, cuando se muestran sin miedo al rechazo, tienen un brillo intenso y característico de lo que es genuino y auténtico, mientras que la personalidad de esas personas tóxicas se basa en opacar o apagar completamente la personalidad de otros para ser ellos/as quienes brillen.
- Porque aprendí que, del mismo modo que había personas tan mezquinas, ruines, egocéntricas, prepotentes y acomplejadas, tendría que haber, por fuerza, personas humildes y sabias, cariñosas, amistosas, desinteresadas y amorosas. Y así ha sido.

Si soy capaz de decir gracias a las personas que tan duramente me han enseñado las lecciones antes enumeradas, no voy a ahorrarme halagos para con quienes me han enseñado que hay personas diferentes en quienes se puede confiar y con quien se puede contar, empezando por mi novia, Paula, mis amigos en Fuerteventura: Antonio, Inma, Roberto, Loly, Irene, Marcial; mis amigos en La Palma: Valentín, Ico, Ardenio, Irene,Ana Gloria, y muchos/as de mis alumnos/as, que también me han enseñado en estos años de docencia, porque me han hecho sentir satisfecho conmigo mismo y útil, me han hecho sentir aceptado y querido. Y eso, después de la clase de personas que habían aparecido en mi vida hasta ahora, se percibe y agradece de otra forma mucho más profunda, que no permite dar ya nada por sentado.

¿ El quid de mi problema?

Veía a esas personas "con ego inflamado" tan seguras de sí mismas que creía que tendrían algo importante que enseñarme y que compartir conmigo, y buscaba a toda costa su amistad, pensando que, puesto que parecían tan interesantes e inteligentes, también serían igual de humildes (porque no concibo sabiduría que no vaya unida a la humildad, ya que, al fin y al cabo, solo una persona prepotente es lo suficientemen- te necia como para creer a pies juntillas que no tiene nada nuevo que aprender),y que tendrían cosas que enseñar, compartir y aportar. Por eso yo mordía siempre el anzuelo. Esas personas vieron mi motivación, mis cualidades, y también una autoestima aún maleable que podía ser pisoteada si se me manejaba con astucia. Les di una importancia que no se merecían. Les dediqué un tiempo que no se merecían. Les dediqué una atención que no se merecían y, por supuesto, les hice caso y seguí sus pésimos consejos cuando mi propia sabiduría me aconseja muchísimo mejor. He sido cómplice pasivo de esas personas por darles una importancia, un tiempo, una atención y un poder sobre mí que jamás debieron tener, y por eso tanto mi anterior reflexión, como ésta, a pesar de su tono agresivo es una declaración de intenciones a la vez que una vía de desahogo y transmutación personal.

Porque solo cuando se admite un error públicamente se abre la vía para el cambio verdadero, con humildad, voluntad y sabiduría.

Asimismo, es la mejor forma que he encontrado de gritar un fuerte ¡NO! a las personas con ego inflamado o enfermo, prepotentes, manipuladoras, que gustan de jugar con los demás, para decirles que he aprendido la lección y que ya no podrán jugar conmigo nunca más, porque, me ofrezcan lo que me ofrezcan para engancharme y tenerme a su merced, siempre será peor que lo que yo tengo para ofrecerme a mí mismo, empezando por mi tiempo y una auténtica aceptación de mí mismo que no necesita ni acepta sucedáneos.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Sobre mí...

Soy una persona interesante, con muchos valores y muchas virtudes, con muchas habilidades, capacidades y talentos, que he menospreciado y he infravalorado simplemente porque no me daba cuenta de ellos, o porque muchas personas que se topaban en mi camino presumían tanto de sus virtudes y de sus habilidades y talentos que me hacían sentir que los míos valían muy poco o nada al lado de los de esas personas.

He cometido el fatal error de permitir que la mirada del otro me cerrara caminos, me hiciera perder oportunidades, y, lo que es más triste y grave a la vez, me impidiera mostrarme tal cual soy.

Siempre suelo obrar buscando el bien no solo mío sino global, y agradar a los demás, no sólo por amabilidad, sino también, y aprovecho para reconocer públicamente y así cambiar, por temor al rechazo, y ese pequeño fallo, ese miedo, ha sido el camino que han encontrado algunas personas sin escrúpulos para llegar hasta mí y aprovecharse de mi buena voluntad, dejando de paso una huella de odio y dolor en mi alma. Es absurdo negar que pudieran conseguir eso sin ayuda, puesto que yo he tenido bastante que ver, yo he participado también dándoles un poder sobre mí que jamás habrían obtenido de no ser por mi miedo al rechazo.

He tenido la entereza de poner al final a esas personas donde les corresponde, pero a un alto precio, que no estoy dispuesto a seguir pagando, y es el de seguir contando con la opinión de los demás para caminar.

¿Hasta qué punto me importa la opinión de los demás si cuando más he necesitado a alguien a mi lado he estado solo?
¿Hasta qué punto puedo necesitar agradar a los demás o evitar el rechazo, si realmente me he demostrado a mí mismo de sobra y con eficiencia mi capacidad para poder enfrentarme a las peores situaciones de la vida a solas conmigo mismo?

Tengo todos los recursos suficientes y sobrados para que me resbale todo lo que los demás digan de mí.

Porque cuando necesite la ayuda de alguien sé que puedo contar con mi compañía aunque el resto del mundo me falle.

Tengo todos los recursos suficientes y sobrados para ser yo mismo, con sobrada autoestima, seguridad en mi mismo y confianza en mí mismo, optimismo, etc., aunque otros/as puedan sentirse cegados/as por mi luz o enfadados/as por haber brillado sin su permiso, o envidiosos/as de mis capacidades. Tengo plena consciencia de mi valía, aunque otros/as intenten echarla abajo presumiendo de sus propias capacidades y virtudes al tiempo que intentan hacerme creer que valen más que las mías.

Porque ahora soy consciente de que solo podrán ganar si me hacen creer que valen más que yo. Cuanto más intenten menospreciar mis habilidades, capacidades, aptitudes, actitudes, pensamientos, creencias, valores, y talentos, tanto más me estarán mostrando su baja autoestima y complejos de inseguridad e inferioridad, contribuyendo a reforzar mi valía ante ellos/as.

Ya solo busco agradar a quien me agrade realmente.

Solo busco justificarme, si es que necesito hacerlo, ante quien/es me importan realmente.

Quien me rechaza por como soy, no se merece formar parte de mi vida, y me está haciendo perder mi valioso tiempo estando en su compañía. ¿Por qué? Porque una persona que no me acepta como soy va a poner una serie de condiciones "sine qua non" que debo cumplir para que me acepte; solo me aceptará mientras las cumplo. Además, al percibir que puede tener un cierto poder sobre mí, pondrá cada vez más y más condiciones para aceptarme como soy. Me hará creer que solo esa persona me valora y me acepta como soy y que si no es por esa persona no me queda más que soledad, ansiedad, dolor, desamparo y desesperación, porque nadie más será capaz de ver cuánto valgo.

Conozco todos los síntomas, porque he conocido muchas personas ruines, mezquinas y desconsideradas que me han hecho sentir así. Y lo más triste es que yo se lo he permitido, por miedo...¿a qué? ¿A su rechazo? ¡¡pero si esas personas no estaban tampoco a mi lado cuando realmente las necesitaba, siempre buscaban una excusa para fallarme y encima ni podía nombrarles el asunto porque se enfadaban conmigo llamándome rencoroso y me acusaban de echarles en cara que no estuvieron cuando les necesité!!

Quien pone condiciones para aceptarme como soy me da la razón que necesito para expulsarles ipso facto de mi vida, porque me están avisando de que jamás estarán de forma amistosa y desinteresada, cuando realmente necesite de su compañía, apoyo, cariño y/o amistad.

Quien pone condiciones para aceptarme como soy solo merece mi ¡adiós! y que me vuelva sobre mis talones, expulsando a esa persona de mi vida para siempre y no gastar ni un segundo de mi vida más en explicaciones, en atenciones ni siquiera en rebatir sus opiniones o alcanzar un consenso, solo ignorarles y punto. Es absurdo gastar mi valioso tiempo en alguien que sé que jamás estará cuando le necesite.

Puedo caer mal. Sé vivir con ello. Ya no tengo necesidad de agradar a todo el mundo, me conformo con agradar y hacer feliz a las personas que me importan de verdad.

Puedo ser odiado. Sí. Podré dormir con ello, porque aunque yo procure siempre obrar de la forma más justa, generosa, compasiva y empática de que soy capaz, soy consciente de que no tengo ningún control ni poder sobre lo que otros puedan sentir por mí, y si alguien quiere odiarme a pesar de no tener ningún motivo real (por algún fallo mío, alguna mala acción cometida por mí, alguna mala palabra pronunciada por mí, etc.) que lo justifique, podré dormir tranquilo por la noche y sin el menor atisbo de culpabilidad.

Habrá quien me considere borde, pedante o enterado. ¿Y qué? Si la alternativa a que me consideren borde, prepotente y enterado es dejar de aprender, de crecer cada día como persona, confundir humildad con autohumillación y no responder a las provocaciones de los demás por miedo a que me consideren un "chulo de mierda prepotente", la elección es ya clara y contundente. Prefiero caer mal por tener una óptima autoestima, una personalidad brillante, un optimismo vital y una confianza y seguridad en mi mismo tan elevadas que dimanen de mi persona como un aura permanente.Prefiero arrollar con mi felicidad y autoestima desbordantes, que ser abordado y arrollado por la prepotencia y petulancia de quienes se sienten amenazados por mi persona y felicidad.

Solo tengo cabida en mi vida para las personas que me acepten como soy, el resto...que cojan puerta. Nunca me han hecho falta en mi vida, y nunca más me harán falta. No necesito ya su aprobación condicional.